martes, 23 de octubre de 2018

Ejercicio VIII: Las zapatillas en mi tejado.

Las zapatillas en mi tejado son rosas cual algodón de azúcar, blandas como las nubes blancas que llegan y no dejan lluvia, suaves como el beso de una madre al despedirse de su hijo cuando este va a dormir... Pero...
¿Cómo han llegado a mi tejado?
Bajo de mi cuarto y salgo a la calle cruzando el ancho jardín. Veo una escalera de mano larga como el horizonte y la tomo prestada para subir a mi tejado porque... ¡Las zapatillas están en mi tejado!
¿De quién serán? ¿Me cabrán? ¿Cómo llegaron allá?
Subo a mi tejado por la escalera con la agilidad de un gato y cuando he llegado... ¡No veo mis manos!
Unas patitas de gato veo delante de mi ¿son mías? ¿Por qué he cambiado?
Ya no importa... !Tengo que recoger las zapatillas y encontrar al amo!
Con la boca agarro las zapatillas.
Pero... Ahora... ¡No sé como bajar!
Salto a la casa de mi derecha ¡Sus arbustos parecen escaleras!
Determinado voy a bajar.
Pero... ¡Un perro empieza a ladrar!
Me asusto y empiezo a correr, me cuelo por debajo de su valla... ¡Ya no sé que hacer! ¿Qué hago?
Voy hasta mi casa y entro en ella. Dejo las zapatillas en mi alfombra y me acuesto a los pies de mi cama.
Cierro los ojos... Y... Cuando los abro... Estoy mirando el techo...
¿Mis manos? ¡Son mis manos! ¡Solo estaba durmiendo! Pero hay algo fuera de lo normal...
Mi gata está en mi cama... Pero... Yo no tenía unas zapatillas rosas como algodón de azúcar, blandas como nubes y suaves como besos... Pero ahora... ¡Las zapatillas están en mi alfombra!

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